by Las Hermanas Misionaras Siervas del Divino Espítu
Cuando el calendario nos anuncia que llegó Diciembre inmediatamente sentimos que es un tiempo que nos lleva a pensar en celebraciones, fiestas, tradiciones y especialmente nos lleva a meditar en los verdaderos protagonistas de este tiempo, el Niño Jesús, La Virgen María, San José, Los Reyes Magos y los sencillos pastores de Belén.
Para prepararnos a tan hermosos momentos la Iglesia nos acompaña y prepara con el adviento y nos invita a meditar y contemplar cada una de las celebraciones de este hermoso tiempo: la fiesta de la Virgen de Guadalupe, las posadas, la navidad; el año nuevo, la Epifanía y la fiesta de la Candelaria; estas celebraciones nos introducen en el misterio de nuestra salvación.
El día 12 de Diciembre el corazón suena a fe, a celebración y a cultura con la fiesta de Nuestra Señora de Guadalupe Emperatriz del continente Americano. La misma Virgen María nos dice lo que significa esta fiesta para nosotros:
“Sabe y ten entendido, tú, el más pequeño de mis hijos, que soy yo la siempre Virgen Santa María, Madre del Verdadero Dios por quien se vive... Deseo vivamente que me erija aquí un templo para en él mostrar y dar todo mi amor, compasión, auxilio y defensa, pues soy vuestra piadosa madre, a ti, a todos vosotros juntos los moradores de esta tierra y a los demás amadores míos que me invoquen y en mí confíen; oír allí sus lamentos y remediar todas sus miserias, penas y dolores”.
(Palabras de la Virgen de Guadalupe a Juan Diego).
Recibamos en este mensaje de la Virgen la invitación a la confianza plena en su amor que nos protege y acompaña en nuestro caminar.
El mayor regalo de este magnífico tiempo es poder contemplar al hermoso niño que es Dios con nosotros, Dios que se entrega y se da con amor, ese Dios que se hace el Hijo de María, de José y que en la navidad se nos revela envuelto en pañales enseñándonos el don de la humildad.
El año nuevo es una oportunidad maravillosa que nos brinda este tiempo de empezar de nuevo, de dar un vistazo atrás para agradecer, de avanzar con la mirada puesta en Jesús y en su Bendita Madre que como antorcha nos acompaña en el inicio del nuevo año.
Reflexionemos en la figura cordial de los Reyes Magos queridos por todos nosotros; sus regalos simbolizan la adoración a Jesús como Dios, el amor incondicional a la humanidad de Jesús y la entrega total a su reinado de amor. Ellos nos enseñan a través de nuestra deliciosa rosca, a ofrecerle a nuestro amado niñito Dios lo major de nosotros; aunque no tengamos incienso, mirra y oro para ofrecerle al niño, tenemos esperanzas, alegrías, esfuerzos, música, nuestro compartir en familia y los más importante nuestra fe.
Y para culminar la fiesta de la Candelaria el 2 de Febrero nos enseña a ofrecer lo mejor de nuestras familias al niño Jesús, que al reunirnos al compartir nuestra comida podamos compartir las alegrías y bendiciones de nuestra fe.