“Dijo Jesús a sus discípulos: ‘Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame’”.— Mateo 16,24
Puedo cerrar mis ojos e imaginar a Jesús diciendo estas palabras, dibujando en su rostro la expresión del padre que advierte a su hijo que tenga cuidado por algo que sabe que va a suceder, o la madre que mira a su hija y a los ojos le dice, hija observa bien porque es indispensable que ocurra... pues bien, la mirada de Jesús en ese momento en que hablo a los discípulos ya nos veía a ti y a mí en nuestras muchas pruebas, a las que Jesús llamo “Cruz de cada día”, a las que ningún ser sobre la faz de la tierra está exento y que en cada uno recibe un nombre distinto: enfermedad, crisis económica o matrimonial, dificultades en el trabajo o familiares, embarazos no deseados, abandonos, traiciones, injusticias sociales, desastres naturales, preocupaciones, miedos, ansiedades, estrés, desempleo, miedo al futuro, crisis de fe, etc.
Yo no sé cómo se llama la tuya, pero de lo que estoy segura es que Jesús cargo primero tu cruz y que en esta cuaresma quiere que nos pongamos delante de esa dificultad que quisiéramos negar y la abracemos de una forma distinta; te propongo cuatro formas de hacerlo.
Carga tu cruz mirándola desde una experiencia espiritual: Dios, nuestro Dios murió en una cruz para darnos “vida en abundancia” (Jn. 10, 10 b), pero no se quedo en la muerte... RESUCITO Y ESTA VIVO, y la cruz lo llevo a la vida, es decir, que cada experiencia de dolor por la que estemos pasando será un camino de cruz y de muerte que nos llevará A LA VIDA.
Carga tu cruz mirándola desde una experiencia biológica: Dios nos ha dado un cuerpo que es su templo (1 Corintios 3:16), y aunque las cruces por las que pasamos nos están haciendo sentir cansados, date una oportunidad de ponerte en paz con el cuerpo que tantas veces has excedido, por ejemplo ¿cuántas veces hemos comido lo que nos hace mal?, ¿cuántas veces pasamos hasta altas horas de la noche en pantallas? ¿cuándo fue la última vez que sonreíste?, etc. Y si en esta cuaresma te brindaras la oportunidad de agradecer a Dios por tu salud o de sonreír; de caminar un poco más y en silencio darte cuenta de lo que Dios le dice a tu cuerpo y del deseo que él tiene de que estemos bien.
Carga tu cruz mirándola desde una experiencia psíquica: Te invito a que hagas de este un tiempo de más reflexión y aprendizaje. Dios nos ha dado la capacidad de pensar, de ser inteligente para que “nosotros tengamos la mente de Cristo” (I Corintios 2:16). Dejemos que su Espíritu Santo limpie nuestras mentes saturadas de tantos sucesos que nos han hecho experimentar estrés, ansiedad y cansancio; descansa en Dios y escucha su palabra que te dice “Vengan a mí los que van cansados y agobiados, y yo los aliviaré.” (Mateo 11,29).
Carga tu cruz mirándola desde una experiencia emocional: “Sabemos que Dios dispone todas las cosas para bien de los que lo aman”(Romanos 8,28), siente en esa experiencia de cruz por la que estas pasando el amor profundo de Dios que nunca te abandona en los momentos difíciles. Él camina con nosotros diciéndonos que su amor es real y con seguridad al mirarlo vas a recibir fuerza para que no arrastres tu Cruz, sino que la lleves con la dignidad propia de los cristianos.